Propuestas de políticas públicas diferenciadas para la agricultura familiar campesina e indígena (AFCI)
EDITORIAL
La Federación Nacional de la Fruticultura Familiar Campesina definió en su misión institucional promover, dentro del diálogo público privado, la construcción de políticas públicas diferenciadas para el desarrollo social y económico de la AFCI, lo que significa en términos concretos que debemos reconocer que el mundo rural y la AFCI tienen una importancia social, económica, cultura y territorial relevante para el país.
Según los “resultados preliminares del Censo Agropecuario y Forestal”, la principal fuente de ingresos para las Unidades Productivas Agropecuarias (UPA) fue la ganadería, los cultivos y los frutales. Estas tres actividades agropecuarias constituyen en conjunto la principal fuente de ingresos para el 82,2% de los productores a nivel nacional. En este grupo de Unidades Productivas Agropecuarias se concentran más de 100.000 pequeños agricultores familiares campesinos e indígenas, que en su gran mayoría tienen un perfil más bien productivo comercial, y orientan sus producciones a los mercados domésticos, locales, regionales y nacionales. En el caso de los productores frutícolas (18.000 mil), ellos vienen desarrollando sostenidamente encadenamiento con la industria exportadora, especialmente en berries, carozos, nueces, uva de mesa, uva para vino, paltas, y otros.
En Fedafruc estamos convencidos que a estas UPA, hay que apoyarlas en su modernización, que avancen crecientemente hacia un desarrollo productivo sustentable, que se unan para acceder asociativamente a los mercados y a los canales de comercialización. Estas unidades productivas necesitan rentabilizar su trabajo y de esa manera mejorar la calidad de vida de sus familias. ¿Cómo lo hacemos?, esa es la respuesta que debemos construir en los próximos meses, dentro del marco del diálogo público privado colaborativo con el Minagri e Indap y demás instituciones con dependencia del Minagri, donde el objetivo sea avanzar en una política pública diferenciada para la AFCI.
Para este diálogo proponemos los siguientes ejes temáticos que son prioridades para este sector:
1.- Abordar con urgencia el acceso al agua para uso productivo que afecta a la AFCI. Primero, a través de un programa nacional de tecnificación del riego con recursos CNR, Indap y Gobiernos Regionales. Debemos hacer un esfuerzo para lograr que la CNR aumente la bonificación para riego de la pequeña agricultura, desde los actuales montos hasta las 600 UF y que Indap aumente la actual bonificación de riego hasta 450 UF. Segundo, proponemos avanzar en la construcción de plantas desaladoras de agua que son más rápidas que construir un embalse. Tercero, avanzar más rápido en la titularización de los derechos de agua en la AFCI. Cuarto, que las nuevas plantaciones de frutales deban estar asociadas a proyectos de riego con energías renovables. Quinto, debemos ampliar el diálogo sobre el agua, como instancias de anticipación a los conflictos derivados, mejorar la participación local en la construcción de propuestas con enfoque territorial y de sustentabilidad social, económica y ambiental.
2.- Modernización, Innovación y Transferencia Tecnológica de Calidad para la AFCI. Es uno de nuestros objetivos estratégicos, que la Agricultura Familiar Campesina e Indígena avancen hacia un proceso de modernización, donde la innovación y acceso a la trasferencia tecnológica de calidad, son claves para alcanzar el objetivo. Sabemos muy bien que Indap no lograr cubrir toda la demanda de asistencia técnica que necesita nuestro sector, y vemos que existe un trabajo focalizado en la agricultura de subsistencia a través de los Prodesal y PDTI. Hay que tener presente que coexisten en la AFCI más de un tipo de agricultor familiar. Es en este contexto que se hace muy necesario que se desarrolle una articulación positiva público-privado que apoye un programa nacional de Innovación y Trasferencia Tecnológica de Calidad, que permita mejorar la competitividad de los procesos productivos, la calidad e inocuidad de los alimentos y que facilite el acceso a los mercados y canales de comercialización con productos altamente diferenciados. Para esto son actores relevantes FIA, SERCOTEC, INIA, CORFO y ProChile, que deben jugar un rol distinto al del pasado, con una a mirada más inclusiva para la AFCI.
3.- Asociatividad y Cooperativismo. En Chile el 87,1% de las unidades productivas agropecuarias son gestionadas por productores individuales y solo el 6% por empresas o sociedades asociativas, (informe preliminar censo agropecuario). Esta realidad nos muestra el fuerte individualismo en el sector y la carencia en esta línea de una política agrícola que incentive fuertemente la asociatividad. En Odepa, entre 2020 y 2021 se construyó una agenda para la asociatividad silvoagropecuaria hacia el año 2030. Ahí hay un esfuerzo público-privado muy valorizado por los diversos integrantes que trabajaron en esa Comisión, agenda que -a nuestro juicio- se debe implementar a la brevedad, porque introduce el tema de la asociatividad y el cooperativismo como un soporte de gestión económico social relevante, para mejorar y ampliar los espacios de desarrollo para nuestro sector.
4.- Acceso al Financiamiento AFCI. Considerando el contexto de la seguridad alimentaria que requiere nuestro país, por las trasformaciones tecnológicas que viene experimentado la agricultura y la impostergable modernización del sector, es necesario que los pequeños agricultores tengan un sistema de financiamiento diferenciado acorde a la realidad de la AFCI, que con bajos intereses, plazos y montos mayores, permita la capitalización de la Agricultura Familiar Campesina, junto con un Fogape campesino para respaldar nuestros créditos. Es una solución para desarrollar cientos de iniciativas de innovación y trasformación productiva que esperan un mejor sistema de financiamiento.
Estas prioridades forman parte de la agenda de trabajo 2022, definida en conjunto por el Directorio y Delegados Regionales de Fedafruc y disponible en nuestra web institucional. Sabemos que los tiempos son cortos para responder a las demandas de la AFCI. Por lo mismo es necesario profundizar con urgencia el diálogo colaborativo para buscar los acuerdos, y lograr un mayor compromiso de entidades públicas del agro, que respondan al conjunto de las necesidades de la agricultura, y no sólo focalizar su trabajo en un solo sector empresarial, particularmente con el riego y la innovación tecnológica. Esto último es uno de los grandes rezagos que tenemos en la AFCI. Se pudo haber realizado avances en este ámbito, aprovechando que tanto la institucionalidad como el financiamiento para potenciar esas áreas siempre ha existido.
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